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Alimentando otro modelo de mujer. La presión de la estética


La sociedad en la que vivimos está alimentando, desde hace mucho tiempo, otro modelo de mujer. Un modelo bajo el yugo de la presión estética, donde continuamente recibimos directrices de belleza que en raras ocasiones son sinónimo de salud.


Es triste que el 60% de las mujeres reconozca que tienen que sufrir para estar guapa, o que hasta 1/5 de las españolas no esté contenta con su aspecto físico. Esta cifra, al margen de ser espeluznante, tiene las connotaciones de que la belleza se ha inculcado como aspecto cultural. Es llamativo cómo nos pueden hacer sentir mal por algo que está principalmente determinado por la genética, y por tanto escapa a nuestra voluntad.


Esto no solo afecta a la satisfacción personal, sino que puede repercutir en la salud más allá de la psicológica. Estudios realizados indican que las alteraciones de la imagen corporal pueden ser causa de problemas emocionales importantes durante la infancia y la adolescencia, y que podrían predisponernos a tener trastornos del comportamiento alimentario. (U. Girona)


En numerosas ocasiones podemos ver como las propias campañas que se han hecho para “proteger” y reivindicar tienen un objetivo de marketing, de empatizar con la consumidora y que sienta que esa marca la defiende.

Por supuesto, agradezco de manera especial los esfuerzos y cómo se ha abierto el debate con campañas como las impulsadas por Dove, reivindicando la belleza real. (Portal que inauguró por cierto que ahora está en venta para y anuncia tratamientos de estética).

Pero no olvidemos los fines últimos de las empresas, como la llevada a cabo por Dove, reivindicando la belleza real:

Industria cosmética que se lucra con la venta de productos de belleza, bien vista y posicionada por las consumidores porque defiende un “modelo” diferente.


Ocurre lo mismo que con McDonald’s cuando habla de sostenibilidad, o cuando Coca-Cola te invita a que muevas el culo.

A un nivel nacional, tenemos el caso actual de Campofrío, que no solo ha querido empatizar con la crisis, sino que ahora propone “Alimentar un nuevo modelo de mujer”. Aquí os dejo el vídeo de la campaña publicitaria que llevó a cabo en 2012.


Un grupo de mujeres que están sufriendo esta presión en su rutina diaria, se cansaban de la situación y decidían contra-atacar sometiendo a una similar a los hombres. De manera ingeniosa responden editando un periódico deportivo con consejos y noticias de belleza para el público masculino. Propuesta Portada Marca por las chicas de Campofrío:


¿Qué encontramos finalmente? La oferta de un producto tradicionalmente ligado a dietas de adelgazamiento y a las mujeres. La pechuga de pavo como alimento femenino. Es decir, una instauración del modelo. Una revolución de una noche que acaba reivindicando el pavo, tal y como estaba antes.


Actualmente Campofrío tiene en su web ingeniosos banners “reivindicativos” como el siguiente:


Yo me pregunto si de verdad se alimenta a otro modelo de mujer con estas tipografías tan “neutrales”. O si con los nombres comerciales “Finissimas” o “Cuida-t+” alimentan ese modelo:

Pero aún hay más, hablamos del envasado. ¿Esto es reivindicativo o es aprovecharse de las tendencias?


Pues sinceramente, al igual que el autor, no creo que Campofrío quiera alimentar un nuevo modelo de mujer. Ni que Dove desee una belleza real.


Es muy evidente que los productos “ligh”, “desnatados” o 0% van enfocados a la mujer. ¿O a santo de que la linea de desnatados de Danone se llama Vitalinea y el envase es lila? ¿no creo cocacola la Zero, en negro y con una tipografia angulosa por que la light era cosa de chicas? ¿el SpecialK o el Fitnnes de nestle no están claramente enfocados a mujeres? los hombres no necesitan “cuidarse” porque con canas, tripa y muslos gordos valen lo mismo. Las mujeres no.


¿Por qué la idea de hacernos creer que hay alimentos para mujeres y alimentos para hombres?


Fuente: Aitor Sánchez García


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