top of page

Niños y niñas que se niegan a comer


La mayor parte de los problemas alimentarios que se producen en la infancia se dan (en mayor o menor medida) por un aprendizaje inadecuado de los comportamientos y hábitos necesarios para llevar una alimentación correcta.
Tenemos que tener en cuenta que, a medida que crecen, el comportamiento ante la comida va cambiando. Al principio muestran una actitud pasiva y poco a poco van interesándose por la comida que se les ofrece, según las edades, y empiezan a aceptar que tienen que comer todo tipo de alimentos. En ocasiones los rechazos pueden estar influenciados por las pautas establecidas en el ámbito familiar y cultural.

El rechazo a ciertos alimentos puede deberse a diferentes motivos:
  • Que no le guste: debe probarlo varias veces. Es conveniente presentar el alimento con distintas preparaciones y en diferentes etapas del desarrollo para aceptar que no le gusta. Pero una vez hecho esto, debemos respetar sus gustos siempre que sea un rechazo a un alimento determinado y no a un grupo de alimentos (por ejemplo: fruta).

  • Ha visto a alguien de su familia que no lo come. En este caso conviene reforzar la conducta de la persona que come de todo para que aprenda que eso es lo que está bien y es lo saludable.

  • Ha tenido una mala experiencia al tomar algún alimento: por ejemplo clavarse una espina de pescado, es importante tener mucho cuidado con esto y asegurarnos que durante los primeros años el niño no se encuentre espinas, pero si ya ha sucedido se puede probar con otros pescados y con otras preparaciones.


También es frecuente encontrar niños y niñas (normalmente con bajo peso y poco apetito) que pueden comer sólido y se les sigue alimentando de purés. Cuando se empiezan a introducir los alimentos sólidos es normal que los niños tengan berrinches, coman menos y tarden más en comer, por lo que agunos padres y madres prefieren que coman algo triturado a que no coman, pero lo que se está haciendo en realidad es retirar un estimulo negativo para el niño (la comida sólida), lo que hace que aumente la probabilidad de que esa conducta se refuerce y continúe en el tiempo: es mejor que no coma nada en una ingesta a cambiarle lo que se tenía que comer por algo triturado. ¿Qué pueden hacer los padres y madres ante estas situaciones? Si hay ciertos alimentos que no quieren comer se les puede mezclar con otro que le encante. Cuando el niño realiza conductas de rechazo de algún alimento debemos retirarle la atención, ya que por el contrario estaremos reforzando esas conductas y aparecerán con más frecuencia. Aunque hay momentos en los que es difícil es conveniente evitar castigar al niño, es más eficaz el refuerzo que el castigo. Lo mejor que pueden hacer los padres por la buena alimentación de sus hijos es comer en familia siempre que se pueda, por lo menos una vez al día, sin televisión ni otras distracciones como teléfonos o tablets. La mejor forma de aprender es viendo en nosotros lo que deben hacer, no es lo más correcto decirle a un niño que no debe mirar el móvil en la mesa, si nos pasamos toda la comida enviando mensajes, seguro que podemos encontrar otro momento para enviarlos. Otro aspecto importante que puede ayudar a que los niños y niñas no tengan comportamientos inadecuados en las comidas es establecer un horario determinado de comidas (y cumplirlo) para que se convierta en una rutina y cuando crezca no haya que luchar para que deje de jugar o ver la tele y sentarse en la mesa a comer. Cuanto antes empiece el niño a comer en la mesa con el resto de la familia, mejor. Hay que dejar que el niño vaya madurando y ayudarle a ello dándole responsabilidades como ayudar a poner la mesa, recoger su plato y cubiertos.


Fuente: Patricia Nadal ("Dime qué sientes")

bottom of page